martes, 19 de octubre de 2010

El poder de la gente está en su paz

El verdadero poder de la gente está en su paz. Esa paz interior que cada individuo debe cuidar y cultivar como su bien más preciado. Mi paz saluda a tu paz y juntas trabajan por la armonía universal. Mi paz desea y trabaja por tu prosperidad, y espero que sea tan amplia y duradera que le permita a la par constituirse en fuerza espiritual y social que promueva la mía. Si ambos podemos reconocernos en nuestra paz, entonces podemos en nuestro andar convocar a otros amigos que se nos sumen al reconocer la paz que hay en cada uno de ellos brindando la de nosotros.

Nada tiene que ver la paz con las armas, porque la paz convoca sin intimidar ni agredir. La paz se alimenta de la sonrisa, con la cual da la bienvenida a los buenos propósitos. La paz no impone razones ni creencias, las conoce, las respeta, y comparte en ellas todo componente que vaya dirigido a mejorar la relación fraterna entre humanos y la relación fraterna con la naturaleza.

La paz es el estado interno y externo que nos permite equilibrarnos en juicio y acción para sembrar progreso. Sin paz podemos llenarnos de cosas materiales que no tienen ningún valor espiritual y por lo tanto valen poco. Con paz podemos darle un valor infinito a todas esas cosas que materialmente valen poco y hacer de cada una de ellas un tesoro inabarcable por el concepto de la estimación que conferimos a su propósito. Muéstrame tu paz para compartirla y podremos mirar el horizonte juntos y la luz del entendimiento se abrirá para ambos. Muéstrame tu guerra y nos alejaremos cada vez más de esa luz que solo juntos en paz podemos emitir, porque el resentimiento y el odio es la única victoria que se obtiene por la violencia armada por los complejos y deformaciones de la humanidad. En la guerra no gana nadie, todos son derrotados, porque la verdadera victoria se encuentra en brindar nuestro pensamiento y acción para promover la vida y el bienestar de todos, y la materia prima para eso es la paz.

El improperio, la descalificación, la destrucción física y verbal, no tienen ningún sentido. Todas las ideologías y creencias que promueven la violencia y la glorifican, son solo los credos de la intolerancia y la destrucción. Y el que destruye no tiene afán para construir ni vocación para el entendimiento, porque el silencio de la aniquilación es el único medio donde su voz es escuchada.

Por eso la paz debe cosecharse desde dentro. Y la forma de hacerlo es a través del perdón. Solo el ignorante cree que su ego es un altar. La ignorancia conduce al delito, porque desnuda en el ser humano a la entidad animal primitiva. El delito es la agresión a la integridad del otro, el desconocimiento que solo la acción en paz eleva la condición humana y que el llamado a la agresión es la regresión humana a su estado primitivo.

Por eso la paz debe ser enseñanza permanente. En el hogar, en la escuela, en el liceo, en la universidad, en el trabajo, en la vía pública, en los medios de comunicación. Cuando en estos espacios no hablamos de paz, entonces aparece la guerra y la violencia para llenar su vacío. Y con ellas el irrespeto a la condición humana.

Por ello es que el poder de la gente esta en su paz. Y hay que darle a la paz la oportunidad para que sea gobierno. La paz debe prevalecer en la relación de padres e hijos, sin violencia e improperios. Que la paz sea contigo.
SANTIAGO QUINTERO |  EL UNIVERSAL
lunes 18 de octubre de 2010  01:16 PM

santiagoquintero@gmail.com


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