miércoles, 25 de noviembre de 2009

Dejarse Fluir


Hay días en que la oscuridad se asoma a vuestras vidas con la fuerza de un ciclón. Durante esos días, muchos de vosotros os sentís decaer y, de hecho, caéis en las inmensidades de la incomprensión y la desesperanza. Os preguntáis: ¿por qué a mí?, ¿por qué ahora?, creyendo que el camino espiritual que habíais emprendido os iba a librar de todo sufrimiento. Sin embargo, el sufrimiento es parte del camino cuando alguien se niega a confiar.
Si no confiáis en que todo lo que sucede es lo mejor que os puede suceder, os dejáis atrapar por el decorado y os convertís en actores que se han creído su papel.
Para jugar al juego que se os ofrece en La Tierra sin dejaros atrapar por él tenéis que confiar en que vosotros sois piezas de ese juego y no partes indispensables o las más importantes. Hay que confiar en la misión de cada uno. Hay que confiar en el propio existir. En él se encuentra la clave de vuestra misión. En vuestra vida encontrareis las pistas que os conducirán a ella.
En muchos casos tendréis que volver atrás, desandar los pasos dados, para reencontraros con vosotros mismos. En otros, simplemente, vuestra misión se os presentará ante la puerta.
Si pudierais comprender que, a veces, es necesario un camino de transformación, no siempre agradable, para volver a convertiros en aquello que una vez fuisteis sin reservas…
Toda transformación es dolorosa, decís algunos. Realmente no lo sería si confiarais en que todo lo que os sucede os conduce por el camino correcto. El sufrimiento aparece cuando estáis en lucha con lo que sucede. Entonces llegan todas esas emociones que os angustian y que quisierais hacer desaparecer de un plumazo. Pero no son las emociones las que tienen que desaparecer, sino la falta de confianza en que lo que sucede es lo que tiene que suceder.
Sois piezas del mismo juego. Sois peones del mismo ajedrez. Sois músicos de la misma orquesta. Desde vuestras posiciones no podéis acceder a la visión global que tiene el creador del juego, el jugador que mueve las fichas o el director de la orquesta. Sólo podéis mirar hacia delante y confiar en que el juego se está desarrollando como es debido.
¿Cuándo se vio a una pieza de un puzzle decirle al niño que el lugar donde la coloca no es el suyo?, ¿y a un alfil decirle al que lo mueve que no puede ir en diagonal?, ¿y a un violinista protestar porque el director le indica que se detenga?
Si os preguntáis que dónde queda el libre albedrío en este juego, yo os respondo que el libre albedrío se encuentra en vuestros corazones. ¿Creéis que vuestros corazones elegirían otra cosa que no fuera fluir?
Fluir os conecta con la Fuente, con vuestra verdadera esencia, y de ahí la necesidad de permitir que esa conexión llegue a vuestras vidas. Si os empeñáis en seguir manteniendo el control, si os enfrentáis a todo cuanto os sucede como si se tratase de un castigo o de una penitencia, os desconectaréis del fluir. Entraréis en la corriente de la desconfianza, la que os lleva lejos de vosotros mismos, de quienes sois realmente.
Todo cuanto os sucede está bien y forma parte del plan general del que todos formamos parte. Confiar, abandonar el control, abandonar la lucha, fluir. Todas ellas son directrices de un mismo camino: el camino de regreso al hogar, a la Fuente de la que todos partimos.
Canalizado por Alicia Sánchez Montalbán,
el 11 del 11 de 2009.
alicia@agartam.com
www.agartam.com
http://agartam.blogspot.com/

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